El Gusano Sin Alas (historia de un amor).

Érase una vez, en un jardín tan amplio como el cielo, en el que existían dos seres totalmente distintos, vivían en extremos diferentes del jardín, seres con un mismo sueño, eran el capullo y la mariposa.

El capullo era un gusanito que vivía en la parte calurosa del jardín, este conoció a la mariposa desde que esta era solo un capullito.

La mariposa salió a buscar su familia a los confines del jardín, viviendo caminos distintos a los que les aguardaban en su hogar. Esta era la mariposa más hermosa de la tierra, ella tenía la tendencia de vivir ayudando a los demás, de esperar siempre más de estos.

La mariposa vivió muchos años lejos de su hogar, tanto que ya no sabía a cual pertenecía, pero no olvido a su amigo el gusanito, se mantuvieron pendientes el uno del otro. La mariposa conquisto al gusanito, lo vio hacerse un capullo, ambos cometieron errores en sus vidas, pero al final estos se enamoraron y compartieron su amor el uno con el otro, se amaron tanto que creyeron todo posible en sus vidas.

Pero era difícil el camino a los extremos del jardín y el gusanito no podía volar. La mariposa le dio fe y esperanzas de que tarde o temprano estarían juntos y que mientras trabajaría duro para caminar todo lo necesario. 

El gusanito ya hecho capullo soñaba todas las noches con volar al lado de su mariposa y con hacer de cualquier árbol su hogar.

La mariposa tenía muchas cualidades, pero ya se había acostumbrado a los beneficios del lado frío del jardín, esta no aceptaba la idea de volver al lado caluroso, no lo haría ni por el amor que tenia por el gusanito, el tiempo la golpeaba, la cansaba, la estresaba, llevaba una vida fatigante, además ella no creía en el gusanito, creía que solo cuando este pudiera volar y solo si volaba al lado frió del jardín podrían ser felices.

El gusanito tenía muchas tareas, las tareas crecían como crecían las de la mariposa, pero el gusanito se apoyaba en ella, solo creía en ella, más que en sí mismo, hasta que un día el no aguanto más y quiso probar su suerte, en busca de la fortuna que hiciera feliz a la mariposa, estuvo dando el cien por ciento de si mismo, pero eso nunca basto, no tenia por que dar vuelta atrás, se mantuvo buscando la planta de los frutos con los que pudiera alimentar a su mariposa y a sus seres más queridos.

Mientras la mariposa trabajaba duro para caminar de un lado del jardín al otro, esta hacia muchos compromisos y vivía dos vidas en dos lugares, el mundo frío y el caluroso, estos mundos no eran muy diferentes, uno con unos defectos el otro con otros.

El gusanito confiaba en que su mariposita se cuidase de ambos lados, confiaba en que sería fuerte y no se dejaría dañar, de ninguno.

Esta parejita pasó por muchos momentos difíciles, ambos tenían un carácter fuerte, la mariposita en ocasiones le ocultaba pequeños detalles de las cosas que entendía que podrían molestarle al gusanito, cuando entendía que era el momento oportuno las decía, si ya el gusanito no las había deducido, el gusanito reconocía todos los esfuerzos de la mariposita, pero siempre le pedía lo mismo, que lo hiciera feliz. 

El gusanito siempre le advertía a la mariposita que no toleraba las mentiras, que no le ocultara las cosas, que eso lo decepcionaba, pero ella veía las cosas diferente, porque ella entendía que era responsable de sus actos y que sabía lo que hacía, en ocasiones se dejo utilizar de personas que le rodeaban, en ocasiones simplemente permitía que estas influenciaran en la relación con el gusanito. 

La mariposita era curiosa y en ocasiones solía poner a prueba lo que sentía el gusanito por ella, como reaccionaria ante situaciones provocadas, este siempre le hablo y le hablo, ella nunca se sintió segura de sí misma, por esto solía equivocarse con ciertas actitudes y confiaba en personas equivocadas. 

Poco a poco el gusanito frente a tal impotencia de tener que tolerar que la mariposita dejara que los que le rodearan afectara su relación con el, comenzó a molestarse, a decirle todo lo que sentía, le advertía de esas cosas que no eran correctas y ella conocía el por que, ella lo entendía solo si le pasaba a uno de sus seres queridos. 

El gusanito comenzó a sentirse inferior y cuando no encontraba la forma de luchar por su amor, le gritaba todo lo que está mal, en ambos lados del jardín, lo incorrecto era normal, toda criatura vivía bajo un sistema de engaños, de mentiras, secretos y malas costumbres.

El gusanito preocupado por el futuro de ambos, siempre le hablo de los valores morales que debían preservar, pero la mariposita quería aprender a tropezones, pues ella estaba acostumbrada a la vida desordenada del lado frío del jardín y a ver normal las malas costumbres. 

La mariposita siempre fue una dulce, tierna y blanca alma, pero le faltaba el cariño que el gusanito desde el otro lado del jardín no podía darle, no se sentía infeliz por la desdicha de no tener lo que quería, ella empezó a buscar la felicidad en la vida del lado frío del jardín, nunca tomaba en cuenta las intenciones de los que les rodeaban, pues entendía que al igual que ella solo querían era tener un poco de felicidad. 

Se decepciono de muchos, a otros los aceptaba como eran, mientras que al gusanito lo mantenía al margen según ella entendiera, ella no tenia malas intenciones, solo quería que las cosas fueran menos complejas. 

El gusanito sabía que en cualquier momento se decepcionaría de la mariposita y que en ese momento perdería a la amiga y al amor de su vida, éste se enfadaba con su actitud, le pedía que le tuviera algo más de respeto, que no abusara de su confianza. 

La mariposita entendía que como no estaba haciendo nada malo, no importaba, ella esperaba que si él hacia algo malo se lo ocultara. 

El gusanito siempre fue sincero, honesto y siempre se mantuvo guardándole respeto, en esos tiempos no era nada normal, por eso algunos pensaban que el gusanito era raro. Sin importarle nada de lo que calumniaran sobre su mariposita, este se mantuvo teniendo fe en ella.

Pero la mariposita se comportaba de forma indiferente a lo que nadie pensara, entonces los secretos y las mentiritas comenzaron a dañar la imagen que el gusanito preservaba de ella. 

El gusanito a pesar de las cosas que su mariposita dejaba pensar de ella, creía en su palabra, pero de repente ella descuido al gusanito y mientras él buscaba de ella, la mariposita estaba pendiente a otras cosas, con otras personas y del otro lado del jardín. 

El gusanito al reclamar lo que según él le correspondía, solo hacía que la mariposita se molestara con él, en ocasiones el intentaba salir de su pena, en ocasiones era ella la que quería romper el lazo que los unía, cuando no era el gusanito era la mariposita.

La mariposita pensaba que por que el gusanito le exigía que lo respetara, era un egoísta y solo pensaba en el, que todo era él, él y solo él. 

Cada vez que el gusanito intentaba hablar con ella, ella tenía que hablar con alguien más y lo único que le decía era que no se preocupara por ella, ella le era clara, le decía que si enamoraba de otro, simplemente se lo diría, este tipo de cosas a él no podían pasarle por la cabeza. 

La mariposita quería que dios bajara del cielo y que le dijera que él era el indicado, pues se sentía estancada, ella solo veía sus esfuerzos, pues no podía ver el cariño que él le brindaba. 

El gusanito, que solo esperaba que la mariposita lo hiciera feliz con su cariño, la ternura y con el amor que solo ella le podía brindar. Mientras la mariposita solo podía vivir la realidad del lado frío del jardín, donde no se podía creer ni confiar en nadie. 

La mariposita aun estando del otro lado del río azul del jardín, ¡quería espacio!, quería que el gusanito la dejara tranquila, porque ella no estaba haciendo nada malo. 

El gusanito le pedía que fuera más detallista con él, que fuera más sensible, pero la mariposita no quería ser débil, quería ser fuerte y continúo ocultándole lo que entendía que a él no pudiera gustarle, tratando de ser feliz como lo hacen en el lado frío del jardín. 

La mariposita pasaba por alto lo que le dijera el gusanito, le dio prioridad a los demás, de todas formas ella entendía que el gusanito no la entendería porque nunca ha volado, el no podía juzgarla, por que así eran las cosas en el lado frío del jardín. 

El gusanito se comenzó a sentir burlado, lo que con el no hacía, lo hacía con los que la rodeaban y lo que lo atormentaba no eran celos, era el abuso de confianza, el veía como ella jugaba con él. 

La mariposita entendía que el gusanito era un egoísta, el no era más que un celoso, ella sabía que no estaba haciendo nada malo. Pero un momento, ¿por qué ocultar lo que no está mal? 

No importa, la mariposita estaba cansada de cuidar su nuevo hogar, cansada de trabajar duro para apoyar y visitar a su capullo enamorado, ¿qué? él no era más que un gusano y a su espalda la mariposita buscaba divertirse o simplemente salía de su rutina, no era necesario hacer planes pues para eso la buscaban. 

Mientras el gusanito sufría desoladamente el dolor que le provocaba el silencio que engaña, el dolor que provoca sentirse burlado, que abusen de su confianza, que jueguen con él, porque nadie que tomara enserio a un gusanito le mentiría, le ocultaría las cosas, o burlaría su confianza. 

Y ahora por más que el gusanito intenta confiar en ella, solo puede esperar, que hasta lo cierto tenga una mentira, ya no espera ser feliz, ella era en lo único que él creía y lo que al gusanito más le duele es que ella perdió el valor que tenia para él, a cambio de nada. 

La mariposita solo veía los sacrificios que había hecho y no veía si era cierto o no, el que descuidaba al gusanito, esta se mantenía presente esperando que por arte de magia el gusanito actuara como que nada había pasado. 

El gusanito se sentía más solo que nunca, necesitaba de la mariposita, intento hacer lo mismo que ella pero él no tenía esa facultad, el era dependiente de ella para ser feliz, quería tenerla, quería que ella viviera y sintiera lo que él sentía. 

La mariposita ni lo intento, pensando solo en ella y en los que la rodeaban, se mantuvo en su espacio, e intento seguir adelante, le decía que lo quería, que lo necesitaba, pero el gusanito no sentía el afecto, pues ella ya tenía quienes la abrazaran, ella enfoco su soledad en su círculo y lo descuido por completo. 

El gusanito no aguanto más, pero las cosas no cambiaban y la mariposita continuaba esperando de él, el cambio, este ya se había quedado solo, sin nadie que le brindara el calor que solo esperaba de la mariposita, sin nadie a quien abrírsele, pues su mariposita se les abría a otros, en tal soledad quedo hundido, se resigno a dejarla que fuera feliz en su lado del jardín. 

La mariposita no aceptaba tal cosa, para ella todo estaba bien y el era el que le estaba faltando con su actitud, para ella era egoísmo de su parte, lo quiso manejar por un tiempo, pero al final exploto contra él, lo acuso de haberla usado, de haberse aprovechado de ella. 

El gusanito sin nada que poder hacer quiso esperar a ver si ella reaccionaria, pero esta mantuvo esa posición, este quedo sin su amor y sin ganas de volar alguna vez en su vida, para él, aquel lado del jardín era un mal que corroía hasta lo más bello, por que él lo único que esperaba de ella era que no lo abandonara y hacia tiempo ella lo había hecho, solo que él no lo quería aceptar. 

Y en tal posición queda el amor que los unía, devorado por falta de atención, por falta de cariño, por haberle dado prioridad a otras cosas y a otros.

El gusanito, si alguna vez le llega a salir las alas, se las cortaría con sus propios dientes, y la mariposita, mientras más oportunidades de volar alto tenga, más alto volara. 

El gusanito solo esperaba que la mariposita se encontrara consigo misma, siguiera su corazón y fuera feliz con lo que realmente quisiera, ella nunca estuvo dispuesta a mirar al lado caluroso del jardín, para ella esto era mirar hacia tras, nunca lo haría, quizás nunca sintió amor por el gusanito, quizás el gusanito no fue lo suficiente. 

Las historias las hacemos nosotros y si alguien llega a leer esto, no dejen que les pase, nunca pasen por alto a quienes aman, nunca pongan a nadie por encima de este, nunca exijan lo que les debería corresponder, porque si es amor deben cuidarlo, valorarlo, respetarlo y sobretodo arriesgar lo que deban por lo que realmente quieren, o de lo contrario, perderán lo que tienen y hasta las ganas de volar algún día.

--Jaime L. Taveras©