De Ser Lo Que Sentimos

El amor que encamina a la nobleza, es aquel que luego de cerrarnos puertas y cortinas, nos las abre, dándole entrada a la luz de un nuevo día, deslumbrando nuestras miradas al ver en los ojos de quienes nos quieren, el más sincero te amo, la ternura de ese amor enamorado, la fuerza de esa fragilidad de antaño, lo que heredamos de las más nobles historias de amor.

Éstas que como fabulas, la mayoría pasa por alto, desconociendo así, el valor y el concepto de una realidad magistral, ésta que pocos solemos tocar, esa que reconocemos tarde, gracias a un incrédulo circulo, gracias al campo de fuerza de la desconfianza.

Lamentablemente, es vivir en vano, el vivir sin palpar el amor, pues la tristeza, es la compañía que nos dejan esas pasiones ajenas al corazón.

La grandeza de la felicidad, está en el amor palpado, en el que nos trae a la vida como compensa a la penitencia que nos somete soledad, esa tristeza, ese amargo vacío que endurece los corazones.

Y entonces, cuando el camino nos pone en un sendero estrecho y peligroso, nos hace ver lo que anhelamos y nos aclara el sentimiento, es cuando valoramos lo perdido. Y sin poder dar marcha atrás, buscamos y esperamos encontrar en nuestra próxima morada, nuestro destino definitivo, ese ser con el que soñamos, en la tristeza de nuestros días.

Y al no poder alimentar nuestros corazones, no podemos defendernos del frío, porque es como no poder encender la leña en nuestra morada cuando nos congelamos en la cima de la que no se puede bajar, movidos por el terror al peligroso fango que hemos de enfrentar y a posibilidad de perder la vida cuesta abajo.

Es entonces que desvainamos nuestra única arma, la esperanza, y con solo pensar en ella, el día más oscuro y lluvioso, ese que tiene los más fuertes vientos, es el día en el que el sol sale de entre la nada, y nos dice, he aquí lo que tanto esperabas!.

Es cuando, del fango nace el más verde pasto y es cuando con ojos de sabiduría se ven las siluetas más espectaculares en los pétalos de rosas, que pasamos por alto en la oscuridad, y de ese día en adelante lo exótico no descansa, ni en los días, ni en las noches.

Ante nuestras propias narices, tenemos ese paraíso que tanto anhelábamos, y notamos que está donde quiera que miremos, donde quiera que estemos.

Pues al amor, a la nobleza única, a la real, la presumida por muchos que no la conocen, y por muchos que nunca la verán en ti, no le conviene despertar la envidia asesina, y mientras con ojos ignorantes, todos te dejan pasar desapercibida, este ser, este cielo, este amor, éste te valora, cada día más, y se empeña más en velar por tu esencia.

Esa que lo atrajo a ti, un tesoro que ni tú conoces, pues es lo que los hace inigualables, y mientras mejor lo guardes, mientras más lo cuides, más te perdurará este amor.

Este amor, es el amuleto que te cuidará de tus errores, de tus miedos, y es con el que aprendes a enfrentarlos.

Pero de no cuidarlo, deberás enfrentar los peligros del sendero que te espera, y recorrerás un camino quizás infinito para recuperar lo que pierdes.

Pero de conservarlo, cuidarlo y alimentarlo de esperanzas día a día, lo harás eterno, pues este no pertenece a una vida terrenal, y te llevará consigo dondequiera que este.

No se desprenderá de ti, pues es él quien te ha elegido, es él quien te valora desde que llegó a tu vida, y ese poder que él tiene, está en ti.

Si descuidas tu esencia, notarás que su poder disminuye, pues es de allí de donde él se aferra. Aprendiendo a valorarte es como le das más poder.

Todo lo ajeno a ustedes es insignificante.

Para que este amor, más que una morada sea un destino, está en la fe que se tengan durante la vida, por que el paraíso debe de ser velado, y el precio es la lucha constante de cuidarlo, porque cuando algo tan hermoso es poseído, la envidia puede estar al asecho, y es cuando los temores y los miedos, deben ser tus mejores aliados.

Por que el tesoro es tuyo y aunque el poder está en el, eres tu quien debe saber manejarlo, y protegerlo de la envidia, de la codicia, del egoísmo, de las maldiciones, de los malos augurios y de la mala fe.

Por que estos tienen el poder de destruirle.

Solo tú tienes el poder de preservar lo que te pertenece, pues ya caminaste por el sendero de la soledad y la amargura, y solo tú sabrás conservarlo con humildad, con sinceridad, confianza, respeto y admiración.

Estas son tus armas y las suyas.

Deben ser uno, y como uno deben cuidarse, valorándose el uno al otro, pues ésta, es la nobleza que los ampara, y les abre el camino a la eternidad, a un final feliz, a lo que siempre han esperado y desean alcanzar.

Solo les queda vivir en cuidado mutuo, y en alimentar las esperanzas, pues como siempre te has dicho desde que le tienes, ¡ya falta poco!

El estará atado a ti, por mas disturbios que vengan, pues él te eligió, y solo en ti está el no deshacerte de él, tú ya debes saber cuidarlo, después de todo ya debes saber que él vive en ti y que de ti se alimenta.

Porque como una confesión, que se ha tomado todo este trayecto.

Te digo que el tesoro eres tú, y que así como te puedes equivocar, un corazón puede confundirse, así como yo lo he hecho, pero no estoy dispuesto a una posible aventura infinita, sabiendo cual es mi felicidad, cual es mi amor, cual es mi tesoro, y cual es mi destino.

Así lo digo, pues así lo siento, yo nunca me he avergonzado de lo que amo.

Siempre estaré dispuesto a dar lo mejor de mí, para alimentar, remendar y curar todas las heridas que hemos sufrido por nuestro camino, y es por esto que no espero menos de ti, porque mi amor es mi tesoro y tu amor el tuyo, pero no somos cuatro, somos dos, tú mí amor y yo que debo ser el otro.

--Jaime L. Taveras©